“Para que conozcáis, hermanos, que es la gracia quien los cumple, nadie presuma de sus propias fuerzas. Esto es presumir de la gracia de Dios. Dios te llama y te ordena lo que has de hacer, pero él da las fuerzas para que puedas cumplir lo que te manda. Por tu parte debes poner la fe suficiente para que te humilles ante la lluvia de la gracia, supliques a Dios, no presumas de nada de lo tuyo, te despojes de Goliat y te revistas de David”
(Sermón 32, 9).
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