Discurrir sobre lo inefable
“Al discurrir sobre lo inefable, para expresar de algún modo lo que es imposible enunciar, nuestros griegos dicen una esencia y tres sustancias; los latinos, una esencia o sustancia y tres personas, pues en el idioma latino, según queda dicho, esencia y sustancia son términos sinónimos… Pues que son tres lo asegura la fe verdadera, al decirnos que el Padre no es el Hijo y que el Espíritu Santo, Don de Dios, no es ni el Padre ni el Hijo. Cuando se nos pregunta que son estos o estas tres, nos afanamos por encontrar un nombre genérico o específico que abrace a los tres, y nada se le ocurre al alma, porque la excelencia infinita de la divinidad trasciende la facultad del lenguaje. Más se aproxima a Dios el pensamiento que la palabra, y más la realidad que el pensamiento… El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, puesto que son tres, investiguemos qué tres son y qué tienen de común. No es común ciertamente el ser Padre, de manera que mutuamente sean padres. De los amigos se puede decir que son tres, pues lo son relativa y recíprocamente. No así en la Trinidad, donde sólo el Padre es padre y no es Padre de dos hijos, sino de un Hijo único; ni son tres los hijos, porque en la Trinidad el Padre no es hijo, ni lo es tampoco el Espíritu Santo; ni son tres los espíritus santos, pues ni el Padre ni el Hijo son Espíritu Santo, Don de Dios en sentido personal. ¿Qué son, pues, estos tres? Si decimos que son tres personas, la cualidad de persona es allí común. Esta sería, conforme al lenguaje corriente, su denominación genérica o específica” (La Trinidad 7, 4, 7).
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