Enviado por el Padre

“Si, pues, el Hijo se dice enviado por el Padre, porque este es Padre y aquel es Hijo, nada impide creer que el Hijo sea igual, coeterno y consustancial al Padre, aunque el Hijo sea enviado por el Padre. Y no porque uno sea mayor e inferior el otro, sino porque uno es Padre y el otro es Hijo; aquel el engendrador, este el engendrado; aquel el que envía, este el enviado. Es el Hijo quien procede del Padre, no el Padre del Hijo. En este sentido hemos de entender la misión del Hijo, pues fue enviado no sólo porque el Verbo se hizo carne, sino también porque fue enviado para que se hiciera carne y con su presencia corporal obrara cuantas cosas estaban escritas de Él; es decir, no sólo para que se entienda que el Verbo es el hombre enviado, sino también para dar a entender que el Verbo ha sido enviado para que se encarnase. Y es enviado no porque sea de inferior jerarquía sustancial o porque no sea igual al Padre en algún otro atributo, sino porque el Hijo procede del Padre y no el Padre del Hijo” (La Trinidad 4, 20, 27).

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