El bien simple

“Hay sólo un bien simple, y por esto un solo bien inmutable, que es Dios. Por Él fueron creados todos los bienes, pero no simples, y, por tanto, mudables. El decir creados quiere decir hechos, no engendrados. Pues lo que es engendrado del bien simple, es simple también y es lo mismo que aquel de quien fue engendrado. A estos dos seres los llamamos Padre e Hijo; y uno y otro con el Espíritu Santo son un solo Dios. Este Espíritu del Padre y del Hijo recibe en las Sagradas Escrituras el nombre de Espíritu Santo con un valor propio de este nombre. Es distinto del Padre y del Hijo, porque no es ni el Padre ni el Hijo. He dicho que es distinto, no que es otra cosa; porque Él es igualmente un bien simple, inmutable y coeterno. Y esta Trinidad es un solo Dios; no deja de ser simple por ser Trinidad… Se llama simple porque lo que ella tiene eso es, si exceptuamos la relación que cada persona dice con respecto a las otras. Pues ciertamente el Padre tiene un Hijo, pero Él no es el Hijo; y el Hijo tiene un Padre, pero Él no es Padre. Por tanto, en lo que dice relación a sí mismo y no a otro, eso es lo que tiene” (La Ciudad de Dios 11, 10, 1).

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