Escrutando los secretos
“El que tenga fuerzas para penetrar con la luz de su inteligencia en los arcanos de este misterio y logre comprender con certeza que es el Padre, o que sólo puede ser el Hijo o el Espíritu Santo, el que se puede manifestar mediante la criatura visible a los ojos humanos, siga escrutando estos secretos y tradúzcalos y expréselos, si es posible, en palabras; en cuanto a mí, ciñéndome a este texto de la Escritura, donde se dice que Dios conversó con el hombre, declaro la cuestión asaz oscura, pues no hay evidencia de si Adán vio con los ojos del cuerpo a Dios… No creo sea temeridad, supuesta en la Escritura la existencia de un paraíso terrenal, admitir que Dios se haya paseado bajo las apariencias de humana figura. Cierto que el hombre puede oír la voz sin ver forma humana… Y cierto que no es porque la voz pudiera resonar sin la cooperación del Hijo y del Espíritu Santo –la Trinidad actúa siempre inseparablemente-, sino para significar que en aquella voz se manifestaba tan solo la persona del Padre; como también opero la Trinidad en la forma humana nacida en la Virgen María, pero solamente la persona del Hijo se humanó. La Trinidad invisible actuó en la persona del Hijo” (La Trinidad 2, 10, 18).
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