La incorruptible Trinidad
“Sabéis, hermanos, que en la invisible e incorruptible Trinidad, que mantienen y predican la fe verdadera y la Iglesia católica, Dios Padre no es padre del Espíritu Santo, sino del Hijo; y Dios Hijo no es hijo del Espíritu Santo, sino del Padre; y Dios Espíritu Santo no es espíritu de sólo el Padre o de sólo el Hijo, sino del Padre y del Hijo; y esta Trinidad, aun mantenida la propiedad y sustancia de las personas singulares, no es tres dioses, sino un solo Dios por la esencia o naturaleza individida e inseparable de eternidad, verdad, bondad. Por eso, según nuestra capacidad, y en cuanto se nos permite ver estas cosas por espejo y en enigma, especialmente a hombres como nosotros, se nos presenta en el Padre el origen, en el Hijo la natividad, en el Espíritu Santo del Padre y del Hijo la comunidad, y en los tres la igualdad. Así, lo que es común al Padre y al Hijo, quisieron que estableciera la comunión entre nosotros y con ellos; por ese don nos recogen en uno, pues ambos tienen ese uno, esto es, el Espíritu Santo, Dios y don de Dios. Mediante Él nos reconciliamos con la divinidad y gozamos de ella. ¿De qué nos serviría conocer algún bien si no lo amásemos? Así como entendemos mediante la verdad, amamos mediante la caridad, para conocer más perfectamente y gozar felices de lo conocido. Y la caridad se ha difundido en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que se nos ha donado” (Sermón 71, 18).
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