Escuchadme; o mejor, a través de mí: ¡Cantad al Señor un cántico nuevo!
Ya lo canto, dices. Cantas, es cierto que cantas, lo oigo. Pero no sea la vida un testimonio contra la lengua. Cantad con vuestras voces, cantad con los corazones; cantad con las bocas, cantad con las costumbres...
La alabanza del cantar es el mismo cantor.
¿Queréis entonar alabanzas a Dios? Sed vosotros lo que decís. Sois su alabanza si vivís bien...
¿Buscáis saber dónde está? Pensad en vosotros mismos; sed vosotros su alabanza en la Iglesia de los santos.
¿Buscas de qué alegrarte cuando cantas?
Regocíjese Israel en quien lo hizo. No hallará de qué alegrarse, sino de Dios"
(Sermón 34,6).
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