Cantar Aleluya sin cansancio

"Henos, pues, proclamando el 'Aleluya'; es cosa buena y alegre, llena de gozo, de placer y de suavidad. 

Con todo, si estuviéramos diciéndolo siempre, nos cansaríamos; pero como va asociado a cierta época del año, ¡con qué placer llega, con qué ansia de que vuelva se va! 
¿Habrá allí acaso idéntico gozo e idéntico cansancio? No lo habrá. 
Quizá diga alguno: '¿Cómo puede suceder que no engendre cansancio el repetir siempre lo mismo?'
Si consigo mostrarte algo en esta vida que nunca llega a cansar, has de creer que allí todo será así.

Se cansa uno de un alimento, de una bebida, de un espectáculo; se cansa uno de esto y aquello, pero nunca se cansa nadie de la salud. 
Así, pues, como aquí, en esta carne mortal y frágil, en medio del tedio originado por la pesantez del cuerpo, nunca ha podido darse que alguien se cansara de la salud, de idéntica manera tampoco allí producirá cansancio la caridad, la inmortalidad o la eternidad" 

(Sermón 229 B,2). 

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