Imitar esa unidad

“También el Espíritu Santo subsiste en esta unidad e igualdad de sustancia. Ora se llame unión, santidad o amor de ambos… Y se nos preceptúa imitar esta unidad, ayudados por la gracia, en lo que a Dios y a nosotros mismos atañe. De estos dos preceptos penden la Ley y los Profetas. Y así las tres personas divinas son un solo Dios, grande, sabio, santo y bienaventurado. Nosotros, empero, sólo seremos felices en Él, con Él y por Él. Por su gracia somos unidad entre nosotros y un solo espíritu con Él, siempre que a Él se aglutine nuestro espíritu. Es un bien para nosotros adherirnos a Dios, pues pierde a todo el que le abandona. El Espíritu Santo es algo común al Padre y al Hijo, sea ello lo que sea. Mas esta comunión es consustancial y eterna” 
(La Trinidad 6, 5, 7).

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