Estos días simbolizan la alegría eterna

“En cambio, estos días posteriores a la resurrección simbolizan la alegría eterna. No son la alegría, pero la simbolizan; se nos presenta, hermanos, de forma misteriosa, aún no en la realidad; en efecto, cuando celebramos la Pascua, no se crucifica al Señor de nuevo, pero hacemos presentes en la celebración anual los hechos del pasado; dígase lo mismo de los futuros que aún no existen. En este tiempo interrumpimos los ayunos, pues el número de estos días es signo del descanso futuro. Pero estad atentos, hermanos, no sea que, queriendo celebrar de modo carnal estos días concediéndoos demasiadas licencias en la bebida, no merezcáis celebrar eternamente en compañía de los ángeles lo que ellos simbolizan. Quizá me diga algún borracho reprendido por mí: Tú nos has expuesto que estos días simbolizan la alegría eterna; tú nos indicaste que este tiempo preanuncia el gozo angélico y celeste; ¿no debía regalarme bien? ¡Ojalá te regalaras bien y no mal! Para ti serán símbolo de gozo sólo si eres templo de Dios. Pero si llenas el templo de Dios de la inmundicia de la embriaguez, suenan a tus oídos las palabras del Apóstol: A quien profanare el templo de Dios, Dios lo aniquilará. Quede esto grabado en vuestros corazones: mejor es un hombre menos dotado intelectualmente que vive bien que otro mejor dotado pero que vive mal. La plenitud y la felicidad perfecta consiste en una inteligencia ágil y en una vida santa; en caso de no poder contar con ambas cosas, es preferible la vida santa a la ágil inteligencia. Pues quien vive santamente merecerá comprender más, y a quien vive mal, incluso la inteligencia le lleva a la perdición” 
(Sermón 252,12).

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