(La Trinidad 2, 5, 8).
La misión del Hijo
“Por lo cual, si el Hijo y el Espíritu Santo son enviados a donde ya se encontraban, es preciso indagar en qué sentido se ha de entender esta misión del Hijo y del Espíritu Santo. Únicamente el Padre no leemos haya sido alguna vez enviado… Cuando dice: envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, indica con claridad que por el hecho de nacer de una mujer es el Hijo enviado. En cuanto nacido de Dios, ya estaba en el mundo; en cuanto es nacido de María, vino enviado a este mundo. Por esta razón no pudo ser enviado por el Padre sin el concurso del Espíritu Santo, no sólo porque lo envió juntamente con el Padre, haciendo que naciera de una mujer, sino incluso porque con toda evidencia se dice en el Evangelio”
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