"El ayuno que yo quiero es éste:
abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos,
dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos;
compartir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo,
vestir al que ves desnudo y no despreocuparte de tu hermano."
(Is 58, 6-7)
abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos,
dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos;
compartir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo,
vestir al que ves desnudo y no despreocuparte de tu hermano."
(Is 58, 6-7)
Las alas del ayuno y la oración
Sea tu médico, el que asumió tus heridas por ti. Espera en Dios, dice, que voy a alabarlo. ¿Y qué confesarás en tu alabanza? Salud de mi rostro, Dios mío. Tú eres la salud de mi rostro, tú me has de sanar. Te hablo yo, el enfermo; conozco al médico, no me glorío de estar sano. ¿Qué quiere esto decir? Lo que se dice en otro salmo: Yo dije: Señor, ten misericordia de mí, sana mi alma, porque he pecado contra ti (Sal 40,5).
Esta súplica, hermanos, es segura; pero estad vigilantes en el bien obrar. Tocad el salterio, obedeciendo los preceptos; tocad la cítara soportando los sufrimientos. Parte tu pan con el hambriento (Is 58,7), has oído por boca de Isaías; no pienses que el ayuno es suficiente. El ayuno te mortifica a ti, pero no remedia al prójimo. Tus privaciones serán fructuosas si las distribuyes generosamente con él. Mira cómo has defraudado a tu alma. ¿A quién vas a dar aquello de lo que te privaste? ¿Dónde vas a poner lo que a ti te negaste? ¡A cuántos pobres puede saciar la comida de la que hoy nos hemos privado! Ayuna de modo que, alimentando a un necesitado, tú te sientas saciado porque han sido escuchadas tus oraciones. Dice también Isaías en el mismo pasaje: Mientras estés todavía hablando, te responderé: Aquí estoy; si partes de corazón tu pan con el hambriento (Is 58,7). Porque con frecuencia se hace de mal humor y refunfuñando para librarse de las molestias del mendigo, más bien que para saciar el estómago del hambriento. Pero Dios ama al que da con alegría (2Co 9,7). Si das el pan de mal humor, has perdido el pan y el mérito. Hazlo, pues, de buen ánimo; así el que ve lo interior, te dirá mientras todavía estás hablando: Aquí estoy. ¡Qué pronto son escuchadas las oraciones de los que obran el bien! He aquí las obras buenas de los hombres en esta vida: el ayuno, la limosna y la oración. ¿Quieres que tu oración llegue a Dios volando? Ponle estas dos alas: el ayuno y la limosna. Que nos encuentre así, para estar seguros, la luz y la verdad de Dios, cuando venga a librarnos de la muerte el que ya vino a sufrir la muerte por nosotros. Amén.
(En. in ps. 42, 7-8)
EN BREVE...
Cuando un cristiano acoge a otro cristiano, sirven los miembros a los restantes miembros, y se alegra la cabeza, y considera como dado a sí mismo lo que se otorgó a uno de sus miembros. Demos de comer en esta tierra a Cristo hambriento, démosle de beber cuando tenga sed, vistámosle si está desnudo, acojámosle si es peregrino, visitémosle si está enfermo. Son necesidades del viaje. Así hemos de vivir en esta peregrinación, donde Cristo está necesitado. Él personalmente es rico, pero es un necesitado en los suyos.
(Serm. 236, 3)
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