La imagen del ciego de nacimiento y de la ceguera de los fariseos, incapaces de reconocer la bendición de Dios en la persona de Jesús, os acompaña esta semana.
La naturaleza humana nos hace juzgar por apariencias, equivocarnos al valorar. Pero Dios sana esta ceguera de nacimiento desde nuestra propia naturaleza. No nos transforma en "super hombres", sino que se hace hombre para que seamos capaces de mirar como mira Él.
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