"La palabra de Dios es tu adversaria, si tú eres amigo de tu perversidad. Por el contrario, si tú te opones a tu iniquidad, la palabra de Dios es tu amiga, y adversaria de tu iniquidad. Luego si odiaste tu iniquidad, te unes a la palabra de Dios, y así seréis dos los que lucháis contra ella para aniquilarla: tú y la palabra de Dios. Tú, por tus fuerzas, no puedes nada, pero te ayuda aquel que te entregó su palabra, y de este modo la iniquidad es vencida"
(Comentario al Salmo 35, 1).
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