"Este es el día en que vino al mundo el creador del mundo; en que se hizo presente en la carne quien nunca está ausente por su poder. En efecto, estaba en el mundo y vino a su casa. Estaba en el mundo, pero oculto al mundo, pues la luz brillaba en las tinieblas, y las tinieblas no la acogían. Vino, pues, en la carne para limpiar los vicios de la carne; vino en tierra medicinal para curar con ella nuestros ojos interiores, que había cegado nuestra tierra exterior; de modo que, una vez sanados, quienes antes fuimos tinieblas seamos luz en el Señor, y la luz presente no luzca ya en las tinieblas para los ausentes, sino que se manifieste clara a quienes la miran"
(Sermón 195, 3).
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