Vinieron para adorar


"Hoy, el Salvador condujo a sí a los magos, originarios de un pueblo tan lejano. Vinieron para adorar a un niño aún sin habla, la Palabra de Dios. ¿Por qué vinieron? Porque vieron una estrella nueva. ¿Y cómo reconocieron que era la estrella de Cristo? Ellos, en efecto, pudieron ver la estrella; mas ¿acaso pudo ella hablarles y decirles: Soy la estrella de Cristo? Sin duda, les fue revelado de otra forma mediante alguna revelación. Lo cierto es que, de forma desacostumbrada, había nacido un rey que iba a ser adorado también por gente extraña... Cuando nació, lo adoraron los pastores israelitas, avisados por los ángeles. Pero los magos no pertenecían al pueblo de Israel... Vieron, pues, cierta estrella desconocida y se llenaron de admiración: sin duda preguntaron de quién era señal aquello que estaban viendo, tan nuevo e insólito. Y oyeron la respuesta, ciertamente de los ángeles, mediante algún aviso revelador. Preguntarás acaso: ¿De qué ángeles, de los buenos o de los malos? Efectivamente, que Cristo es Hijo de Dios lo confesaron hasta los ángeles malos, es decir, los demonios. Mas ¿por qué no oírlo también de boca de los ángeles buenos, si al adorar a Cristo lo hacían buscando su salvación y no dominados por la maldad?"
 (Sermón 374, 1).

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