"Se llama día del nacimiento del Señor a la fecha en que la Sabiduría de Dios se manifestó como niño y la Palabra de Dios, sin palabras, emitió la voz de la carne. La divinidad oculta fue anunciada a los pastores por la voz de los ángeles e indicada a los magos por el testimonio del firmamento. Con esta festividad anual celebramos, pues, el día en que se cumplió la profecía: La verdad ha brotado de la tierra y la justicia ha mirado desde el cielo. La verdad que mora en el seno del Padre ha brotado de la tierra para estar también en el seno de una madre. La verdad que contiene al mundo, ha brotado de la tierra para ser llevada por manos de mujer. La verdad que alimenta de forma incorruptible la bienaventuranza de los ángeles, ha brotado de la tierra para ser amamantada por pechos de carne. La verdad a la que no le basta el cielo, ha brotado de la tierra para ser colocada en un pesebre. ¿En bien de quién vino con tanta humildad tan grande excelsitud? Ciertamente, no vino para bien suyo, sino nuestro, a condición de que creamos. ¡Despierta, hombre; por ti, Dios se hizo hombre!"
(Sermón 185, 1).
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