"Hemos de advertir a los estudiosos de los Libros santos que no sólo conozcan los géneros de locuciones de la Escritura, y adviertan con cuidado de qué manera suele hablar, y lo retengan de memoria, sino también, y esto es lo principal y más necesario, que oren para que entiendan. En estos libros, a cuyo estudio se dedican, podrán leer que el Señor da la sabiduría y de su rostro procede la ciencia y el entendimiento, de quien también recibieron ese mismo deseo de saber, si es que está acompañado de piedad"
(Sobre la doctrina cristiana 3, 37, 56).
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