¡Qué grandeza de Palabra!


"Yo soy un hombre, un pobre hombre que habla a hombres más pobres hombres aún. Y, con todo, hermanos míos, oso decir y digo que también yo veo dentro de mí, algo así como en espejo y enigma, una palabra semejante. Mas, si quiere pasar a vosotros, no hay vehículo apropiado. El vehículo de esta palabra mía es el sonido vocal. Esto que me digo dentro de mí, si quiero decíroslo a vosotros, no hallo palabras adecuadas. Y ¡quiero hablar de la Palabra de Dios, por quien fueron hechas todas las cosas! ¡Qué  grandeza de Palabra! ¡Qué Palabra tan especial! Ved sus obras y temblad ante su Hacedor. ¡Todas las cosas fueron hechas por medio de ella!"
(Sermón 120,2).

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