(Comentario al Salmo 118, s.20, 1).
Desear la venida
“Luego en los primeros tiempos de la Iglesia, antes del parto de la Virgen, hubo santos que desearon la venida de su encarnación, y en los tiempos actuales, contados a partir desde que subió al cielo, hay santos que anhelan su manifestación o aparición, en la que ha de juzgar a los vivos y a los muertos. Este deseo de la Iglesia no ha cesado ni por un momento desde el principio del siglo, ni cesará hasta el fin de él, fuera del tiempo que el Señor permaneció en este mundo tratando con sus discípulos. De suerte que convenientemente se entiende que es voz de todo el Cuerpo de Cristo, que suspira en esta vida, la siguiente: Mi alma desfalleció por tu salud, y esperé en tu palabra, es decir, en tu promesa; cuya esperanza hace que se espere con paciencia lo que aún no se ve por los creyentes"
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