Esperar vigilantes

"Pues, queriendo prevenirnos que esperásemos vigilantes su venida, nos atemorizócon un ejemplo para no condenarnos en el juicio, y así dijo que el advenimientodel Hijo del hombre acontecería como en los días de Noé, en los cuales loshombres y las mujeres, sin preocuparse de más, comían, bebían, compraban,vendían hasta que entro Noé en el arca, y vino el diluvio y anegó a todos.Luego, acongojado y sobrecogido por un gran temor, pues ¿quién que crea no hade temer?, me detuve en esto cuanto pude, de modo que se prolongó el sermónsobre vuestras costumbres y vuestra vida y la de todos nosotros, para que deeste modo podamos no sólo esperar seguros aquel día, sino también desearle.Puessi amamos a Cristo, también debemos desear su venida. Es perverso, y, por lomismo, ignoro y no creo que tenga lugar que se tema venga Aquel a quien amas… ¿Quién ha de venir? ¿Por qué no te alegras? ¿Quiénha de venir a juzgarte sino el que vino a ser juzgado por tu provecho? No temasal acusador, del cual El mismo dijo: El príncipe de este mundo fue arrojadofuera"
(Comentario al Salmo 147, 1). 

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