(Comentario al Salmo 32, II, s.2, 17).
Yo soy tu salud
"Bienaventurada la nación que tiene a Dios por Señor. Es nuestro Dios. ¿De quién no es Dios? Pero no es ciertamente de todos de la misma manera. Es más nuestro, porque vivimos de Él como de nuestro pan. Él es nuestra heredad, es nuestra posesión. ¿O es que quizá hablamos temerariamente al hacernos a Dios nuestra posesión, siendo así que es Señor, que es Creador? No es una temeridad; es efecto del deseo y dulzura de la esperanza. Diga el alma y con toda seguridad diga: Tú eres mi Dios, puesto que tú dices a mi alma: Yo soy tu salud. ¿Querías poseer en arbolado con el que fueses feliz? Oye a la Escritura, que dice acerca de la sabiduría: Es árbol de vida para todos los que la poseen. Ve que dijo que nuestra posesión es la sabiduría. Para que no pienses que la Sabiduría de la cual afirma la Escritura que es tu posesión, era una cosa inferior a ti, prosiguiendo añade: Para los que se apoyan en ella como en el Señor. He aquí que tu Señor se hizo para ti como bastón; apóyase el hombre seguro, porque Dios no sucumbe"
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