(Comentario a Juan 4, 8).
Juan lo muestra presente
"Los enviados eran del partido de los fariseos, es decir, de los príncipes de los judíos, y le preguntan de nuevo y le dicen: ¿Por qué bautizas, si tú no eres ni el Cristo, ni Elías, ni profeta? Les parecía como un acto de osadía el que bautizase, y por eso la pregunta que le hacen equivale a ésta: ¿En nombre de quién bautizas? Se te pregunta si eres el Cristo, y la respuesta es que no. Se te vuelve a preguntar si eres tal vez su precursor, porque se sabe que Elías ha de preceder a la venida de Cristo, y lo niegas también. Se insiste en la pregunta de si por ventura eres uno de aquellos heraldos que le preceden con mucha antelación, es decir, un profeta, y en virtud de eso has recibido tal potestad. Y respondes que no lo eres. Juan no era profeta. Era más que profeta. Del Señor es este testimonio: ¿Qué habéis ido a ver al desierto? ¿Una caña que el viento mueve? Se sobrentiende, sin duda, que no. Juan no es esto. Juan no es uno de aquellos que el viento mueve. El que es movido por el viento se ve acosado por todas partes del espíritu de seducción. ¿Qué habéis, pues, ido a ver al desierto? ¿Un hombre que viste regaladamente? Juan viste un hábito duro, es decir, una túnica hecha de pelos de camello. Quienes visten regaladamente viven en los palacios de los reyes. No habéis, pues, ido a ver a un hombre que viste regaladamente. Qué habéis ido a ver? ¿A un profeta? Os digo de verdad que sí, que éste es más que profeta. Los profetas predijeron con mucha antelación la venida de Cristo. Juan, en cambio, nos lo muestra ya presente"
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