Ver a Dios

"A Dios nadie le ha visto jamás, porque nadie contempló la plenitud de la divinidad que en Dios habita, nadie la abarcó con sus ojos ni con su mente, pues la palabra vio se ha de referir a ambas cosas… ¿Por qué maravillarse de que no podamos ver a Dios en este siglo sino cuando Él quiere? En la misma resurrección no será fácil ver a Dios sino para aquellos que son limpios de corazón; los demás no lo verán sin duda. Ni los indignos verán a Dios, ni podrá verle quien no quiera verle. A Dios no se le ve en un lugar, sino con un corazón limpio; no se le busca con los ojos corporales, ni se le circunscribe con la vista, ni se le sujeta con el tacto, ni se oye su voz, ni se siente cuando pasa. Es visto cuando se le cree ausente, y no es visto cuando está presente"
(Epístola 147, 6, 18).

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