No yo sino él

"No se echaba de menos al humilde. Por eso enciende una antorcha. Ved cómo cede el puesto quien podía pasar por otra cosa. ¡Cuánto se rebaja! Por eso se le ensalza tanto, ya que quien se humilla será ensalzado. Juzgue, ahora, según esto, vuestra santidad: si Juan se rebaja hasta el extremo de decir que no es digno de desatar las correas de sus sandalias, ¿hasta qué extremo deberán rebajarse quienes dicen: Nosotros bautizamos; lo que damos es nuestro y, además, es santo? Juan dice: No yo, sino El. Estos, en cambio, dicen: Nosotros. No es digno Juan de desatar las correas de sus sandalias; y, aunque se juzgase digno, ¡qué grado de humildad el suyo! Y si a continuación dijese: Después de mí viene quien es superior a mí y sólo soy digno de desatar las correas de sus sandalias, ¡qué rebajamiento tan grande! Pero, cuando ni de esto se juzga digno, ¿qué lleno debía estar del Espíritu Santo, para que él así conozca al Señor y merezca pasar de siervo a ser amigo suyo"
 (Comentario a Juan 4, 9).

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