"¡Ved cuánto somos amados antes de que amásemos nosotros a Dios! Si antes de amar a Dios fuimos amados por Él de tal modo que hizo hombre a su Hijo, igual a Él, por amor a los hombres, ¿qué no reservará a los que le aman? Muchos piensan que es cosa pequeña el haberse presentado el Hijo de Dios en la tierra. Como no se hallan en el santuario, no se les manifiesta ni su poder ni su gloria; es decir, como aún no tienen santificado el corazón para que puedan comprender la excelencia de su poder, y, por tanto, den gracias a Dios, porque, siendo inmenso, nació y padeció por los hombres, no pueden ver su gloria y su poder"
(Comentario al salmo 62, 11).
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