Dios es nuestro deleite

"Poseeremos a Dios, y con Él solo estaremos contentos; más aún, tanto deleite encontraremos en Él que ninguna otra cosa buscaremos, pues gozaremos de Él en sí mismo y en nosotros mismos recíprocamente. ¿Qué somos si no tenemos a Dios? ¿O qué otra cosa podemos amar en nosotros sino a Dios o porque lo poseemos o para poseerlo? De hecho, cuando se nos dice que careceremos de todo lo demás y que solo Dios será nuestro deleite, el alma, acostumbrada al placer múltiple, se angustia por así decir. El alma carnal, ligada a la carne y atrapada en los placeres carnales y con las alas pegadas con el visco de los malos deseos que le impide volar a Dios, reflexiona para sí: ¿Qué valor tiene eso para mí si no voy a comer ni a beber...?"
 (Sermón 255, 7).

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