"Hombre soy y confieso ignorar lo que está escondido en el pensamiento de Dios. Sea lo que sea, es sin duda lo más justo, lo más sabio, lo más firmemente fundado con una incomparable excelencia sobre todos los juicios de los hombres. Porque es cierto lo que se lee en nuestros libros: Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre, pero el pensamiento de Dios permanece siempre. Dios sabe y nosotros ignoramos lo que nos traerá el tiempo, las facilidades o dificultades que surgirán entre nosotros, la decisión, en fin, que podemos tomar de pronto en conformidad con la corrección o esperanza de corrección que nos traiga el pleito actual… Dejemos a un lado por un momento este cuidado, cuya hora no ha llegado aún, y, si te place, hagamos lo que siempre urge. Porque no hay tiempo alguno en que no sea conveniente y necesario hacer obras con que podamos agradar a Dios, aunque es imposible, o por lo menos muy difícil en esta vida, cumplir eso con tal perfección que no haya en absoluto pecado alguno en el hombre. Por eso, cortando todas las dilaciones, hemos de recurrir a la gracia de Dios"
(Epístola 104, 3, 11).
No hay comentarios:
Publicar un comentario